7 mitos sobre el dinero que te están frenando (y cómo superarlos)

La educación que la mayoría recibimos en la escuela es insuficiente para la vida real y, en el aspecto financiero, lo es aún más. La realidad es que nadie nos enseña ni siquiera economía básica. Obviamente, esto depende de nuestro estrato social; me refiero específicamente a la «mayoría», es decir, a los estratos bajos y medios.

Pero que no cunda el pánico, porque esto tiene solución: la educación. Y en el caso que nos compete en este momento, hablamos de la educación financiera.

Nuestras creencias sobre el dinero determinan cómo lo usamos y, no solo eso, sino también nuestra percepción de la vida misma. Lamentablemente, muchas de esas creencias podrían estar alejándonos de alcanzar las «Finanzas con Libertad», que es mi filosofía sobre el dinero.

No debe confundirse con la «libertad financiera», pues la considero una utopía. Yo hablo de tener finanzas personales donde sentimos el control de nuestro dinero y, además, nos comprendemos a nosotros mismos respecto a él. A eso es a lo que yo llamo «Finanzas con Libertad».

Los mitos sobre el dinero vienen de tiempos inmemoriales y, a menudo, se repiten con más ignorancia que razón, pero con una certeza absoluta por parte de quienes los profesan. Bajo mi consideración, estos mitos provienen de la ignorancia. Por supuesto, la cultura, la familia y los medios de comunicación influyen, pero estoy convencido de que la raíz es, sobre todo, la falta de conocimiento.

Una vez que asumimos la responsabilidad de nuestra educación financiera y comprendemos cómo funciona el dinero en la sociedad, automáticamente nuestra percepción y relación con él cambian por completo.

Mitos sobre el dinero muy comunes: por qué nos frenan y cómo superarlos

Hay mentiras o mitos que todos nos creemos (hasta cierto punto) en relación con el dinero.

Son precisamente «creencias» que, la mayoría de las veces, se deben a una opinión subjetiva y nacen del desconocimiento. La verdad y mitos sobre el dinero es que es una herramienta útil, no es algo maligno. Quienes hacen un uso adecuado de él logran ver sus beneficios; los que no… bueno, ya conocemos el desenlace de esa historia.

Deconstruir mitos financieros es difícil, pues en parte somos nuestras creencias. Sin embargo, a menudo esas mismas creencias podrían estar arruinando la economía personal de muchas personas sin que se den cuenta. Los mitos nos frenan, y la educación nos libera y ayuda a superarlos.

Mito 1: Tener deudas es normal y hasta necesario

Es una creencia muy arraigada en los estratos sociales bajos y medios. Aquí, por ejemplo, existe la siguiente frase, dicha en buen dominicano: «Para tener algo en la vida hay que endeudarse (hacer líos)». Y esto, efectivamente, es completamente falso.

Te comparto mi experiencia.

En primer lugar, cuando yo tenía 14 o 15 años, hacía «mis numeritos» y me decía a mí mismo: si quería una bicicleta que costaba 3 mil pesos por aquella época, podía ahorrar 500 pesos al mes y en un año la tendría. Y así lo hacía. Inclusive, mi primera laptop, que aún conservo como recuerdo, la compré de esa forma. Y la compré justamente en un año. Conté con la ayuda de mi madre, por supuesto, pero te aseguro que, según recuerdo, yo aporté el 80 % o un poco más del valor total.

Y en mi vida de adulto, sigo pensando lo mismo.

Si quiero un televisor de 500, 600 o 1,000 dólares, primero ahorro dentro de mis posibilidades, ya sean 50 dólares al mes o más, y luego lo compro.

Mantengo la misma mentalidad para todo, excepto para una casa o un vehículo. En esos casos, mi regla es no tomar el 100 % del valor como préstamo; en su lugar, debo disponer, gracias al ahorro, de al menos el 30 % o más, y solo adquirir el resto como deuda.

Lamentablemente, esto no es lo que piensa la mayoría. No por nada está demostrado que una gran cantidad de personas acumulan deudas (y de las más malignas) sobre todo en tarjetas de crédito y viajes. Esto es uno de los mitos sobre el dinero sobre el cual descansa mucha de nuestras actitudes.

Solución: antes de gastar, ahorra. Así de sencillo.

hombre con dinero en frente a la cara probleas y mitos sobre el dinero
Foto de Travis Essinger en Unsplash

Antes de comprar algo, sea lo que sea, primero ahorra el dinero. La realidad es que no necesitas endeudarte para «tener algo en la vida»; de hecho, es todo lo contrario.

La deuda provoca un estrés innecesario y una reducción de tus recursos.

Ninguna deuda es gratis: todas conllevan un costo de oportunidad, ya sea el pago de intereses (a veces muy elevados, como en las tarjetas de crédito) o la pérdida de la oportunidad de adquirir otras cosas más importantes en un momento determinado.

Este mito viene de la cultura, los medios y, por supuesto, la familia, pero no es una regla perpetua. Siendo conscientes, debemos aclarar que en ocasiones es necesario incurrir en deudas por obligación. Sin embargo, te puedo asegurar que la mayoría de las veces podrías planificar tu compra, ahorrar el dinero y pagarlo de contado. O mejor aún: utilizando una tarjeta de crédito para obtener beneficios (como historial crediticio, puntos o descuentos), pero siempre pagando el total en la fecha correspondiente.

Por ejemplo:

Imagina a Luis. Gana 400 dólares al mes y quiere un aire acondicionado o un televisor que cuesta 500 dólares. Básicamente, tiene dos opciones:

  1. Ahorrar primero: Puede ahorrar durante un año o un poco más, guardando 40 dólares al mes (eso equivale a un 8% de sus ingresos, y yo sugiero la regla del 17%). Luego, va y compra su televisor de contado. Como mencioné, es aún mejor si usa una tarjeta de crédito (teniendo el dinero ya ahorrado) para obtener sus beneficios, pero siempre pagando el total en la fecha correspondiente y sin pagar intereses.
  2. Endeudarse: Va a la tienda, pide un préstamo y paga 44 dólares al mes durante 12 meses. Al final, termina pagando 528 dólares por el producto, ¡un 32 % extra en un solo año!

Ambos ejemplos son reales, y estoy siendo conservador.

Para que tengas una idea: en la opción 2, Luis paga un 32 % de interés anual, una tasa habitual que incluso puede ser mayor. Ahora, piensa en esto: obtener un 32 % de rendimiento en una inversión (algo de lo que hablaremos más adelante) es prácticamente imposible.

Un buen promedio ronda el 10 % o 15 % si tienes los conocimientos necesarios. En este caso, Luis está «regalando» más del doble de un rendimiento excelente, sin siquiera pensarlo mucho, porque cree en el mito de que «el pobre, para tener algo, debe coger préstamos».

Reitero: hay ocasiones en que es obligatorio tomar un préstamo, pero te aseguro que no es la mayoría de las veces.

Dato: Según la FINRA Investor Education Foundation, las personas con bajos ingresos que recibieron educación financiera invirtieron más y cometieron menos errores (Fuente: FINRA Foundation Report).

Pero no todo es juzgar a Luis. ¿Por qué no le damos alternativas factibles?

1. Ahorrar una parte primero

Luis, ahorra una parte de lo que cuesta el artículo (un 30 % como mínimo) y financia el resto. Aunque sabes que pagarás intereses sobre esa parte, es una decisión más inteligente. No es lo mismo un préstamo sobre 350 dólares (si ahorraste 150) que un préstamo por el total de 500.

2. Usar cuotas con tarjeta de crédito

Otra opción es pagar en cuotas con una tarjeta de crédito. Normalmente, la tasa de interés es menor que la de un préstamo personal. Por ejemplo, en República Dominicana rondan el 20-30 %. Pagar un 25 % de interés no es lo mismo que pagar un 32 % o más. Es una opción más razonable.

3. Buscar promociones de «meses sin intereses»

Luis también puede optar por un préstamo «sin intereses». Pongo esto entre comillas porque, dependiendo de la institución y el país, sí aplican cargos, pero con otro nombre. Un artículo de 500 dólares no se divide estrictamente en 12 cuotas de 41.66 dólares.

A veces, las instituciones cobran «otras cositas» que no se llaman intereses, pero lo son: una comisión por apertura, un seguro obligatorio, etc. En República Dominicana, y en gran parte de Latinoamérica, es una práctica habitual. Te dicen: «no hay interés, pero hay una comisión del 5 % sobre el valor total». Querido lector, eso es un interés con otro nombre.

¡Ojo! Sí existen préstamos genuinamente sin intereses, pero son muy pocos. Casi siempre hay una cuota extra, una comisión o algo raro que abulta el costo real. Tenlo muy en cuenta. Obviamente, esta opción puede ser mucho mejor que otras. Yo mismo la he usado de vez en cuando y en futuras publicaciones te mostraré en detalle cómo lo haré para comprar una bicicleta que quiero.

Alternativas hay, pero requieren educación y saber hacer nuestros «numeritos» antes de meternos en una deuda.

Mito 2: El dinero es la raíz de todos los males

De nuevo, es nuestra falta de educación financiera la que nos lleva a un uso inadecuado del dinero. Y es ese mal uso el que nos causa los problemas, no el dinero en sí.

Imagina que, en el ejemplo anterior, Luis no solo pide un préstamo para el aire acondicionado, sino que también se compra un televisor «porque puede y se lo merece». Este mito sobre el dinero y su uso es vago, y irracional.

En total, ahora debe 800 dólares (400 por cada artículo). Para seguir con el ejemplo, paga una cuota mensual de 88 dólares, lo que equivale a la misma tasa de interés del 32 % anual (y te aseguro que estoy siendo conservador).

Entonces, aquí viene la parte «divertida». Como Luis no tiene educación financiera y no hace sus números (yo le digo, hacer numeritos), resulta que, al cabo de un año, habrá pagado 1,056 dólares por esos dos artículos. De esa cantidad, 256 dólares son solo intereses. Intereses que se podría haber ahorrado si, en lugar de endeudarse, hubiera ahorrado primero, válgame la redundancia.

mujer guarda dinero en bolsillo de su derecha, pantalo jeans, no se ve la cara
Foto de Sasun Bughdaryan en Unsplash

Pero pensemos en algo más: esos 256 dólares representan el 64 % del costo de uno de los productos. Es decir, ha pagado en intereses más de la mitad de lo que vale un televisor nuevo.

Al cabo de 2, 3 o 5 años, si sigue con esta misma metodología para adquirir productos del hogar o de ocio, Luis terminará quejándose de que el dinero no le alcanza, de que la vida es muy cara y de lo malos que son los bancos. Todo, por decisiones que él mismo tomó. ¿Me entiendes?

Nadie obliga a Luis a tomar prestado de esa forma. Y reitero, sé bien que hay ocasiones en las que la deuda puede ser la única salida, como en el caso de una enfermedad. Cuando el único objetivo es salvar una vida y no se tiene el dinero, la situación es diferente.

Por cierto, es para estos casos que vale la pena tener un buen seguro médico, uno que responda ante una eventualidad así. Los hay que cubren un 50 %, un 70 % o incluso hasta el 100 % del costo total, y ahí radica su importancia.

Entonces, querido Luis, el dinero no es malo. Lo que ocurre es que, hasta ahora, has ignorado cómo usarlo correctamente, dejándote llevar por las costumbres de nuestra sociedad y los medios.

Dato: La Universidad de Cambridge reveló que la mayoría de nuestras actitudes hacia el dinero se forman antes de los 7 años. (Fuente: Cambridge University – Habit Formation).

Mito 3: Solo los ricos pueden invertir

Este es un mito grave. Algunas personas creen que tener un millón de pesos o dólares se logra de la noche a la mañana o, por el contrario, que te cae del cielo. Pero la creencia más arraigada es que para poder invertir se necesitan grandes cantidades de dinero, lo cual es completamente falso.

Ahora, seamos realistas: para invertir, necesitas poco dinero.

Obviamente, no esperes ganar mil dólares al año si solo inviertes 100 pesos al mes; no es lógico. Para generar mil dólares de ganancias al año (un monto que, dependiendo de quién lo mire, es muy atractivo), la perspectiva lo es todo.

No es lo mismo esa ganancia para una persona con 100 mil dólares invertidos que para alguien con 10 mil. Por eso recalco siempre que tengo la oportunidad: uno de los mayores errores que podemos cometer es compararnos con los demás, ya que no conocemos su punto de partida (si heredaron el dinero, si llevan años trabajando, etc.).

Nuestro tema: ¿se puede invertir sin tener mucho dinero?

La respuesta es un rotundo .

En República Dominicana, México y Colombia, que son los principales mercados que investigo, puedes empezar a invertir con tan solo 100 dólares o su equivalente en pesos. Eso sí, no pongas tu dinero en cualquier lugar. Ya he hablado de las estafas: básicamente, te ofrecen demasiado, de forma muy fácil. Y recuerda:

Si parece muy bueno para ser verdad, es porque no lo es.

Investiga siempre antes de invertir. Utiliza instituciones que estén reguladas y sean legales. No te fíes de nadie. Hablando claro, el rendimiento promedio en estas instituciones siempre rondará entre un 8 % y un 15 % al año. Con mis 10 años de experiencia invirtiendo, te digo que un promedio realista es un 10 % anual en pesos y entre un 3 % y un 7 % anual en dólares. Obviamente, te hablo de opciones donde mi dinero está asegurado. No sugiero otro método.

Una advertencia sobre plataformas «innovadoras»

Existen otras opciones. Por ejemplo, he visto plataformas en España que permiten hacer un «pool» para comprar casas viejas, remodelarlas y revenderlas.

El rendimiento, ¿sabes cuánto ronda? Otra vez, un 10-15 %. Tienen ciertos aspectos legales, pero no están debidamente reguladas. En Latinoamérica existen otras opciones, pero, reitero, no sugiero utilizar estas plataformas, sobre todo si eres principiante. A veces no están reguladas porque son una innovación adelantada a la legislación actual.

Sin embargo, y quiero ser muy claro: no te sugiero utilizarlas. Aunque puedas ganar un poco más, el riesgo es enorme.

Encontrar una que no sea una estafa requiere una investigación exhaustiva, y ni tú ni yo queremos perder dinero. Créeme, es muy fácil hacerte creer que algo es legal, mostrarte fotos falsas y crear una plataforma web o móvil donde veas supuestos rendimientos (soy aprendiz de desarrollo web, puedes ver mis proyectos en daurydicpario.com para que sepas de qué te hablo y mis habilidades).

inversiones en pantalla de ipad con teclado, boslsa de valores grafico
Foto de Kanchanara en Unsplash

Y ni hablar de las criptomonedas. ¡Jesumanifica! Te aseguro que, para encontrar un proyecto real y bueno, quizás uno de cada mil lo sea. El riesgo es altísimo.

El peligro no solo está en el activo, sino en la plataforma donde las compras. La mayoría son estafas. Incluso plataformas que parecían enormes y reputadas han terminado en la quiebra, como pasó con FTX, Celsius o BlockFi. Así que, mucho cuidado; tampoco lo sugiero. Dentro de los principales mitos sobre el dinero esta el hecho de querer ganarse el mundo, y invertir poco, o apuestas, arriesgadas, demasiado bajo mi opinión.

Cómo identificar una estafa en menos de un minuto

  • Si te ofrece un rendimiento por encima del 10 % anual, duda.
  • Si pasa del 15 % anual, tiene un 99 % de probabilidades de ser una estafa. Es ilógico e irreal.

Warren Buffett, uno de los mejores inversores de la historia, con cientos de empleados y acceso a información privilegiada, promedia entre un 20 % y un 25 % anual. ¿Y de verdad crees que una plataforma nueva, por más innovadora que sea, te va a dar un 5 % semanal (¡más de un 250 % al año!) y, como cereza del pastel, sin que tú hagas nada? ¡Por Dios!

Entonces, ¿en qué sí sugiero invertir?

En instituciones reguladas y legales, como:

  • Fondos de inversión (abiertos y cerrados).
  • Deuda del gobierno (bonos, letras del tesoro, etc.).
  • Certificados financieros y depósitos a plazo.

¿Qué significa que una institución esté regulada?

Básicamente, significa que en cada país existen organismos gubernamentales que supervisan el sistema financiero. Su trabajo es:

  • Establecer quién puede captar dinero legalmente para inversiones (otorgando licencias).
  • Marcar las reglas y directrices de cómo deben operar.
  • Ofrecer un seguro que protege el dinero de los ciudadanos hasta cierto monto, en caso de que la institución quiebre o sea víctima de un fraude. De esta forma, tu dinero siempre está seguro.

Algunos ejemplos son:

  • En República Dominicana: la Superintendencia del Mercado de Valores (SIMV).
  • En México: la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV).
  • En Colombia: la Superintendencia Financiera de Colombia (SFC).

Y un largo etcétera. Prácticamente todos los países democráticos tienen una. Puedes contactar a estas instituciones y preguntar directamente: «Disculpen, ¿la empresa «Inversiones Daury» está regulada por ustedes?». Además, todas publican una lista oficial de las entidades supervisadas. Es tu deber investigar, y hazlo antes de invertir tu dinero por favor.

¿Qué pasa cuando inviertes mes a mes durante 5 años?

Imagina a Luis, que gana 24,000 pesos al mes. Si decide invertir un porcentaje fijo de su salario en un fondo que rinde un 10 % anual, mientras que la inflación promedio es de un 3 % anual, esto es lo que ocurriría. La inflación no nos afecta, es otro de los mitos sobre el dinero que debemos aprender a corregir en nuestra vida.

Primero, veamos el crecimiento del dinero en números absolutos (el monto que vería en su cuenta):

Año5% (1,200/mes)10% (2,400/mes)17% (Regla del 17%)
115,078.6830,157.3651,267.52
231,736.3063,472.60107,903.41
350,138.19100,276.37170,469.83
470,466.99140,933.98239,587.77
592,924.49185,848.97315,943.25

El costo de no invertir: ¿Qué pasa si solo hubiera ahorrado?

Ahora, hagamos la comparación crucial. ¿Qué habría pasado si Luis, en lugar de invertir, simplemente hubiera guardado ese mismo dinero en casa o en una cuenta sin intereses?

Ahorrando 1,200 pesos al mes (el 5 %), en 5 años habría acumulado 72,000 pesos. Sin embargo, con la inflación del 3 % anual comiéndose su valor, esos 72,000 pesos solo tendrían el poder de compra de unos 62,109 pesos de hoy.

Veamos el contraste en una tabla sencilla:

Escenario (Ahorrando el 5%)Monto final acumuladoPoder de compra real con 3% de inflación (Hoy)
Solo Ahorrando72,000 pesos62,109 pesos (Perdió valor)
Invirtiendo92,924 pesos80,160 pesos (Ganó valor)

En resumen: no invertir significa que tu esfuerzo de ahorrar te hace perder poder de compra.

Análisis del resultado: El crecimiento real vs. la inflación

Ahora que vemos la diferencia, analicemos el poder de la inversión. El rendimiento real de Luis fue de aproximadamente un 7 % anual (10 % de ganancia – 3 % de inflación). Esto significa que su poder de compra no solo no disminuyó, sino que aumentó significativamente.

  • Invirtiendo el 10 %: Acumula 185,848 pesos, con un poder de compra real equivalente a 160,320 pesos de hoy.
  • Aplicando la Regla del 17 %: Acumula 315,943 pesos, ¡con un poder de compra real de 272,540 pesos de hoy!

Luis no solo evitó que la inflación se comiera sus ahorros, sino que aumentó masivamente su poder adquisitivo.

La clave fue clara:

  1. Inversión mensual constante.
  2. Un rendimiento que supera la inflación.
  3. Y lo más importante: empezó con lo que tenía.

¿Qué estás esperando para empezar tú también?

No subestimes el poder de pequeñas decisiones repetidas con disciplina. La diferencia entre tener estabilidad financiera o vivir con estrés constante puede empezar con un solo paso: invertir una parte de tu sueldo cada mes. Y recuerda, no necesitas ser rico para invertir; eso es solo otro mito producto de nuestra ignorancia en temas financieros.

La inflación se comerá tu dinero, lo quieras o no, así que mejor es invertir el dinero mes a mes.

Hacerlo requiere esfuerzo y sacrificio, que es lo que muchos no estamos dispuestos a tener, pero la recompensa a largo plazo supera con creces el esfuerzo inicial. Y este mito sobre el dinero, y sus cimientos provocan grandes malestares en todos nosotros, te lo aseguro.

Mito 4: Hacer un presupuesto es para los que no tienen dinero

Si me lees constantemente, te darás cuenta de que tengo un mantra, un eje principal para lo que yo llamo «Finanzas con Libertad». Es sencillo, pero poderoso: aprende a gastar el dinero.

Y el hecho de aprender a gastar el dinero conlleva una serie de cosas a nivel de organización y planificación que no son negociables, al menos no en la forma en que yo veo las finanzas. Todo se nutre de una palabra que a muchos asusta: presupuesto.

Tener un presupuesto personal a menudo se ve como algo complicado, algo que pocos pueden hacer, que requiere muchas matemáticas o que es solo para gente que no tiene dinero, es decir, para pobres. Esto es completamente falso. Más que uno de los mitos sobre el dinero, es algo así como una especie de bloque, y entra en juego la paradoja del esfuerzo mínimo.

Y es el peor de todos los mitos; el que yo personalmente más aborrezco. Reitero: lo considero el mantra, la piedra angular de todas las finanzas personales. Podría estar equivocado en ciertos puntos, pero sin duda, y no solo por mi experiencia, esto es lo más importante y de donde nace todo.

Aunque se piense que se necesitan muchas matemáticas, casi como si fueras un ingeniero de la NASA (y no bromeo, hay gente que lo piensa), la realidad es que es matemática básica, pura y dura: vas a sumar, restar, multiplicar y sacar porcentajes, que se calculan con las tres operaciones anteriores.

Mi plantilla para crear un presupuesto personal me tomó años perfeccionarla (y faltan cosas que quiero implementar). Empecé con sumas y restas, pero al construir la «regla del 17 %» (la cual uso hace años), me di cuenta de que, si bien saber el porcentaje de ahorro es fundamental, saber el porcentaje que representa cada gasto en tu presupuesto es magia negra, sin lugar a dudas. Y eso lo muestro en mi plantilla.

El presupuesto personal, bien hecho, es un factor determinante para lograr el bienestar financiero. Te permite observar de forma cruda tu realidad y, al hacerlo, si decides tomar cartas en el asunto, podrás tomar las riendas de tu vida financiera.

Cosas de las que me di cuenta al hacer mis primeros presupuestos:

1. El caso de la mantequilla.

Recuerdo que una vez compraba mucha mantequilla (así como lo lees, jeje). Por esos tiempos estaba aprendiendo a comer y había dejado de consumir margarina. La mantequilla me costaba unos 4 o 5 dólares la barra.

El detalle es que yo gastaba una barra pequeña en una semana, lo que equivalía a 20 dólares al mes. Al hacer «mis numeritos», me di cuenta de que era un gasto muy alto para mis ingresos y en algo que podía sustituir. Así que la reduje, hacía menos purés y luego aprendí que, si los hacía con aceite de oliva, me ahorraba ese dinero por completo. Además, el sabor era diferente y, en mi opinión, más sabroso. Hasta el día de hoy lo hago así.

2. El control de las suscripciones.

Vaya, vaya… ¿a quién no le ha pasado? Olvidarse de que estaba suscrito a una plataforma de películas que ya ni usaba. Particularmente, yo estaba trabajando mucho y, literalmente, no veía la pantalla más que para trabajar. Pasaban meses sin que viera una serie (excepto el anime, esa vaina me encanta y la veo todas las semanas).

Para no alargar el cuento, implementé un sistema: cancelo todo por temporadas y solo contrato dichos servicios en épocas específicas del año. Ahora, en los últimos tres meses del año, que es cuando me lo tomo con más calma, voy rotando membresías: un mes una, otro mes otra. Mis membresías constantes son: YouTube Premium (aprendo, me informo, me da dinero), Spotify (música, podcasts, aprendizaje) y Crunchyroll (me encanta el anime).

3. La optimización del internet.

Una vez me di cuenta de que los costos de internet suponían un gran porcentaje de mis ingresos porque yo quería tener lo más rápido. Sin temor a equivocarme, fui de las primeras personas con fibra óptica en mi barrio. En ese momento eran 35 MB de bajada, algo supernovedoso. Entre ese plan y el internet móvil, gastaba unos 100 dólares al mes.

Para no alargar más el cuento: reduje el plan de internet de casa a la mitad, quité el telecable y cancelé el plan de datos móvil. Cuando necesitaba internet fuera, compraba paquetes puntuales. Y listo, un gran ahorro.

Estos son solo algunos ejemplos. Sin embargo, debemos tener en cuenta que, si ahorramos dinero por un lado y lo gastamos en otro, estamos en el mismo círculo. Ese dinero yo lo invertí y así creé, pocos años después, mi primer certificado financiero por 287 mil pesos dominicanos, sudados y trabajados. Hace casi una década de eso, y fue mi primera inversión.

Lo único que quiero que sepas es que, si quieres tener finanzas personales saludables, hacer un presupuesto es lo ideal, ya sea con mi plantilla o empezando por tu cuenta. Te aseguro que, hasta que no lo ves plasmado en un papel (o en este caso, una hoja de cálculo), no te vuelves consciente de lo que realmente implica cada gasto en tu vida.

El presupuesto no solo sirve para plasmar tus gastos, sino que también te permite visualizar tu futuro. Tal y como en el ejemplo anterior, si logro ahorrar un 17 % de mis ingresos y hago «mis numeritos», sabré cuánto tendré a final de año.

Que tendré que hacer un esfuerzo, claro que sí. Que tendré que sacrificar algunos placeres momentáneos, es aún más cierto. Pero el beneficio de hacerlo constantemente a través del tiempo es inconmensurable.

Mito 5: No gano lo suficiente para ahorrar

Este mito no se trata de la cantidad que ganas, sino del hábito que creas. Ahorrar es un ejercicio de disciplina: consiste en saber administrar el placer inmediato de gastar en cosas que «nos gustan» por un beneficio futuro. Empezar ahorrando un 1 % puede marcar la diferencia a largo plazo y es un paso gigante.

Sin embargo, seamos realistas: ese porcentaje por sí solo no te dará «Finanzas con Libertad» (a menos que ganes un millón de dólares al mes). Hay que ser objetivos.

Por eso yo aplico y sugiero la «regla del 17 %». ¿Por qué este monto? Es sencillo, querido lector: al ahorrar el 17 % de tus ingresos cada mes, al final del año tendrás el equivalente a dos sueldos extra guardados. Es una meta ambiciosa, y claro que fallaremos algunos meses —¡somos humanos, no robots!—, pero es una aspiración poderosa.

Ahora, si actualmente ganas el salario mínimo (300 o 400 dólares), tu objetivo principal debe ser doble: optimizar tus gastos y, al mismo tiempo, aprender nuevas habilidades para generar más ingresos.

¿Qué es más importante: gastar mejor, ahorrar o ganar más?

La realidad es que las tres cosas son cruciales y deben trabajar en sinergia. Sin embargo, yo considero que todo empieza con un pilar fundamental: aprender a gastar el dinero.

Piensa en Luis, que gana 24 mil pesos y decide ahorrar a rajatabla el 10 % (2,400 pesos). Es un esfuerzo loable, yo lo aplaudiría de pie. Pero aquí está el problema:

  • Luis pide préstamos donde paga un 30 %, 40 % o 50 % de interés por un artículo, simplemente por no hacer sus números. A pesar de ahorrar ese 10 %, se siente estancado, sin saber que el verdadero problema no es cuánto ahorra, sino cómo gasta.
  • Luis compra chocolates y chucherías (pizza, helados, etc.) cada semana porque «pa’ eso trabaja». No se da cuenta de que esos «gusticos» representan un alto porcentaje de sus ingresos, como me pasó a mí con la mantequilla.

La solución para Luis no es solo ahorrar más, es APRENDER A GASTAR. Cuando aprenda a ver los porcentajes que representa cada categoría de gasto (algo que mi plantilla de presupuesto te muestra al instante), podrá tomar el control. Si se da cuenta de que gasta el 40 % de sus ingresos en comida (en casa y fuera), puede analizarse y reducir esa categoría. Cada peso que optimice irá directamente a sus ahorros e inversiones.

En mi experiencia, una vez que las personas ven que sus suscripciones o el pago del internet suponen un gran porcentaje de sus ingresos (como a mí me pasó), se vuelven conscientes de inmediato. Empiezan a reducir gastos, a priorizar y, a veces, ¡hasta se vuelven más astutos que yo sacando «numeritos»!

El orden ideal para transformar tus finanzas

Por eso, aunque parezca contradictorio, este es el orden que propongo para la mayoría de las personas:

  1. Aprende a gastar el dinero. Es el fundamento. Sin esto, cualquier ingreso extra o esfuerzo de ahorro se diluirá en malos hábitos.
  2. Ahorra de forma constante. Empieza con un 1 % si es necesario y ve aumentándolo. Conviértelo en una prioridad, en lo primero que haces al recibir tu sueldo.
  3. Genera nuevas fuentes de ingresos. Desarrolla nuevas habilidades. Si es posible, paga por formación; te ahorrará muchísimo tiempo, te lo aseguro.

Para el primer paso, te sugiero encarecidamente que le eches un vistazo a mi plantilla de presupuesto. Creo que te servirá mucho si mis palabras resuenan contigo. Para el tercer paso, te invito a visitar vibloner.com, mi proyecto enfocado en generar ingresos en el mundo digital. Allí comparto lo que sé sobre desarrollo web, marketing y creación de contenido, que es precisamente como yo empecé a generar ingresos extra: escribiendo para otros.

Reflexión final

Es el paso más importante y difícil: empezar a cuestionar nuestras creencias. Nuestra mentalidad determina el 80 % de nuestros resultados. Sé que suena a cliché, pero es una verdad que solo se comprueba al experimentarla. No por nada, en la búsqueda de la Holentia, el orden es claro: mente, cuerpo y finanzas.

Todo empieza en la mente. Somos producto de lo que pensamos, y nuestras creencias determinan esos pensamientos, creando un ciclo que puede ser vicioso o virtuoso. Y aunque no es algo perpetuo, cambiarlo es la parte más difícil. Implica abrir la mente y modificar el «software» que se ha instalado en nosotros durante décadas de experiencias, muchas de ellas desde nuestra niñez.

Yo sugiero libros no financieros y libros sobre finanzas personales, buscando ampliar nuestras perspectivas y la calidad de nuestros pensamientos.

dinero y reljo en la mesa, 100 dolares

Se puede cambiar, por supuesto, pero ¿sabes qué hace falta para lograrlo? Esfuerzo. Esa palabra que repito diecisiete mil veces, y que lamentablemente muchos de nosotros no estamos dispuestos a realizar. Queremos que las cosas nos caigan del cielo, ser ricos sin invertir o que una sola inversión nos dé todos los beneficios habidos y por haber. Esa creencia tan distorsionada de la realidad es precisamente lo que debemos cambiar.

Cuestiónate absolutamente todo. Si algo tengo como objetivo en mis escritos, vídeos y podcasts, es guiar a las personas que me brindan el honor de leerme a que sean críticas con todo, incluyéndome a mí. Critícame, cuestióname, indaga sobre lo que digo con otras fuentes, contrasta la información y llega a tus propias conclusiones, incluso si son diferentes a las mías.

Yo no tengo la verdad absoluta, pero te aseguro que hago mi mayor esfuerzo en su búsqueda. Y cometo —y cometeré— errores en mis análisis. Por eso te invito siempre a reflexionar y a cuestionarme a mí y a ti. Esa es la única forma en que tu educación financiera y tu conocimiento en otras áreas realmente crecerán.

Hay mitos que todos creemos de forma arraigada durante años. Precisamente, educarnos es lo que marca la diferencia. Los sesgos, traumas y síndromes de los que siempre hablo tienen una solución, y es esta: pensar, razonar, cuestionarte y esforzarte.

Ahora quiero que seas honesto contigo mismo. Tómate tu tiempo, evalúa las creencias o mitos sobre el dinero que tienes hasta ahora, plásmalas en un papel y hazte la siguiente pregunta:

¿Te están ayudando o te están saboteando?

“El dinero es un excelente sirviente, pero un pésimo amo.” — Francis Bacon

Nos vemos, o nos leemos, palabra. — Daury


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