Deuda consciente: cómo usar el crédito para crecer y no para hundirte

Cuando damos nuestros primeros pasos con el dinero y buscamos información, nos damos cuenta de que el mundo está polarizado.

Se habla de «deuda buena» y «deuda mala». Y esta última idea está muy arraigada en nosotros, porque a menudo repetimos lo que nos dicen sin pensar ni razonar al respecto.

¿Y si te dijera que una deuda bien usada puede mejorar tu salud, acelerar tus metas e incluso darte tranquilidad?

La deuda no es buena ni mala; simplemente, es deuda.

Ahora bien, hay formas de usarla de las que podemos sacar provecho, y otras que pueden retrasarnos de por vida.

dinero y emociones
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Yo también soy partícipe de esto. A veces le llamo «deuda buena» y «deuda mala» para que sea más entendible para la mayoría.

¿Por qué vemos la deuda como un tabú?

Pero para mí, la verdadera distinción es entre deuda consciente y deuda sin conciencia (y a menudo, con ignorancia).

Lamentablemente, muchos de nosotros debemos tropezar primero con una deuda improductiva («mala») para darnos cuenta de la diferencia.

Mi objetivo es que no tengas que chocar con la vida o, si ya chocaste, que de ahora en adelante sepas identificar cuándo es conveniente endeudarte.

Quiero enseñarte a:

  • Cómo aplicarle un propósito.
  • Y, sobre todo, a «hacer tus numeritos» antes de tomar cualquier préstamo.
  • Para que identifiques si te conviene en tu contexto y situación actual.

¿Qué diferencia a una deuda «buena» de una «mala»?

¿Cómo piensan realmente los que logran progresar en la vida al momento de tomar una deuda?

Y, sobre todo, ¿cuándo es el momento correcto para hacerlo?

Estas son algunas de las preguntas que responderemos hoy.

¿Es bueno tomar préstamos?

Aquí entra en juego el contexto y el propósito que tenemos al adquirir una deuda.

Y por cierto, hay que aclarar que es muy fácil tomar una deuda, y es hasta placentero. Sin embargo, si no logramos «hacer los numeritos», no podremos ser conscientes de la responsabilidad que hemos adquirido.

Una tarjeta de crédito, por poner un ejemplo, es de los productos más beneficiosos que podríamos tener. Igualmente los préstamos. En ambos casos, podrían ser herramientas que te brinden tranquilidad y seguridad.

Pero, lamentablemente, por culpa de nuestra ignorancia, aunque son instrumentos maravillosos, podrían significar literalmente una soga al cuello.

El verdadero costo de las cosas que compras

Una persona que me inspiró mucho fue Pepe Mujica. Él hablaba del tiempo de vida que gastamos al momento de comprar cosas. Yo lo llevo incluso a otro extremo, y ahora te explicaré.

Según Pepe, cuando compras, no estás gastando dinero, sino el tiempo de tu vida que te tomó ganarlo.

Y estoy totalmente de acuerdo.

Sin embargo, yo llevo los cálculos más allá. Muchas personas, al no hacer el ejercicio completo, simplemente piensan: «Luis gana 400 dólares al mes y quiere un teléfono que vale 500. Eso me lo gano en un mes y poco más».

Nada más lejos de la realidad.

Siendo optimista, si una persona logra ahorrar el 10 % de sus ingresos, estaría guardando unos $40 al mes. Para comprar un teléfono de $500, necesita exactamente un año y un mes de su vida ahorrando.

Si hacemos los numeritos y somos conscientes de que hemos destinado un año de nuestra vida a ese gasto, y decidimos hacerlo, por mí no hay problema. Es más, te invito a que lo compres.

El problema viene cuando muchas personas que gastan con esa inconsciencia son las primeras en quejarse de lo mal que les va.

Ahora imagínate lo que ocurre a menudo: Luis, con su ingreso de $400 y su ahorro de $40, toma un préstamo «porque puede pagarlo» o porque la cuota «está muy buena».

Decide pagar la módica cuota de $30 al mes durante 24 meses para llevarse ese mismo día su flamante teléfono nuevo.

Hagamos los numeritos: Luis pagará $720 al finalizar el contrato. Es un 44 % extra sobre el valor del artículo. Es como comprarse un teléfono y medio.

Aquí vienen las oposiciones de muchos:

  • «¿Qué pasa si Luis necesita el teléfono para trabajar?».
  • «¿Y si no tiene deudas y quiere su teléfono nuevo?».
  • «Pones los números a tu conveniencia».

A todo esto, mi respuesta es un rotundo sí.

Yo no tengo problema alguno. Mi objetivo es que tengas conciencia de lo que involucra cada préstamo, que sea una deuda con propósito la mayor parte del tiempo.

Si Luis no tiene la capacidad de razonar su coste de oportunidad, es una deuda inconsciente o ignorante.

Debemos aprender a respetar el dinero

Muchas personas no respetan el valor que representa el dinero en sus vidas.

Yo siempre que hablo de ciertas cantidades de dinero que a los ojos de algunos podrían parecer insignificantes, digo: «todo depende de quién lo vea».

Te puedo hablar de miles de dólares, y lo que para mí es un monto medio, para otra persona podría ser de ensueño.

Pero si de algo estoy convencido, es de que no respetamos el dinero.

Le hablo a una persona de que invertir 100 mil pesos dominicanos ($1,600) deja en promedio unos 8 a 10 mil pesos al año ($160), y se lo encuentran poco. ¿Por qué? Por la falta de respeto que se le tiene al dinero.

Para ampliar la perspectiva, yo les digo: no pienses en lo que te vas a ganar mensual, piensa en el año, en los dos años o en los cinco.

Para que tengas una idea, una persona promedio en Latinoamérica gana $400 al mes. Esos $160 «gratis» de la inversión equivalen al 40 % de su ingreso de un mes.

el dinero y la deuda consciente

Y luego vienen otras preguntas: «es que yo no soy Luis, yo soy Carlos y gano $1,000 al mes». Y mi pregunta favorita es: «¿Y tú tienes los 100 mil pesos ahorrados?». A menudo, la respuesta es un no rotundo. ¿Me sigues?

Hay demasiadas personas que, además de irrespetar el dinero, ni siquiera han conseguido ahorrar una suma que, repito, algunos consideran pequeña.

Para que tengas una idea, el 60 % de la población en Estados Unidos no tiene $1,000 para cubrir una emergencia. Quiero que pienses un momento por qué sucede esto.

La respuesta: la falta de educación financiera no tiene fronteras.

Y volviendo al tema de la deuda, el motivo por el cual Luis tomará su cuota a 24 meses es que es un completo ignorante en temas financieros.

Luis no sabe que una inversión, como mucho, podría rondar un 10 % de rendimiento al año, pero él está pagando más del doble por un gusto. Tampoco se sienta a ver lo que realmente le costará ese préstamo.

Es un cúmulo de cosas, pero todo conduce a lo mismo: a la falta de educación.

No te conozco, pero te aseguro que conoces a un Luis o a un Carlos. O posiblemente, seas tú mismo.

Por si no ha quedado claro: una vez que tienes conciencia del dinero y de cómo sacarle mayor provecho, haces tus numeritos.

Al hacer tus numeritos, te vuelves más consciente.

Al tener mayor conciencia, te vuelves más prudente.

Y esa prudencia repercute positivamente en tus finanzas personales.

Deudas productivas: cómo encontrarlas

Una deuda no necesariamente tiene que darte un beneficio económico directo. Una deuda es una herramienta.

Imagina el siguiente escenario: una persona, le llamaremos Pedro, tiene prediabetes.

Resulta que Pedro, como una gran parte de la población, vive de cheque en cheque. Pero para mejorar su salud, decide endeudarse con la tarjeta de crédito para inscribirse en el gimnasio y comprar suplementos.

¿Esa deuda es buena o es mala?

Evidentemente, es buena. Tiene un propósito. Y aunque yo abogaría por un escenario ideal donde Pedro primero ahorrara el dinero, la realidad es que a veces la vida nos golpea y no hay otra salida que endeudarse.

Pero… un error, un hecho adverso, una lección de la vida… si no sacamos un aprendizaje de ello, realmente «no estamos en nada», en buen dominicano. Nos mantendremos dando vueltas en el círculo de la pobreza.

Okay, Pedro, entiendo que tuviste que endeudarte. No había otra salida. Pero, ¿y qué estás haciendo ahora? ¿Estás tomando las medidas necesarias para que esa deuda no te afecte tanto? ¿Estás reduciendo el despilfarro? ¿Estás buscando otras fuentes de ingresos?

Que la vida te dé lecciones no significa que estés aprendiendo.

Hay personas que, lamentablemente, chocan 99 veces con la vida y están buscando la número 100. ¿Me sigues?

Yo considero que solo hay dos formas de que una persona cambie:

  1. Si choca con la vida.
  2. Si decide hacerlo por su propia cuenta, porque se autoanalizó.

Y, lamentablemente, la primera opción no significa nada si la persona es orgullosa y su ego la controla. Y la segunda opción es prácticamente imposible para la mayoría.

«Si aprendes de tus propios errores, eres inteligente. Si aprendes de los errores de los demás, eres un genio.» — Henry Ford

Entonces, cuando una deuda viene de una situación de adversidad, incluso ahí se le puede ver el lado bueno. Pero, y siempre hay un pero, lo ideal es que no lleguemos a ese punto.

Por eso, el primer objetivo de cualquiera que quiera mejorar sus finanzas es construir un fondo para emergencias.

Ejemplos de Deuda Productiva (Deuda Consciente)

Es aquella que tomas con un propósito claro y que tiene el potencial de mejorar tu futuro financiero, profesional o personal.

  • Para invertir en tu educación: Un préstamo para un curso, una certificación o una maestría que aumentará tus habilidades y tu potencial de ingresos.
  • Para iniciar o expandir un negocio: Un crédito para comprar maquinaria, inventario o tecnología que te permitirá generar más dinero.
  • Para adquirir un activo que se aprecia: Una hipoteca para comprar una vivienda, que con el tiempo puede aumentar su valor.
  • Para mejorar tu salud: Financiar un tratamiento médico necesario o herramientas (como equipo de gimnasio) que mejorarán tu calidad de vida y productividad.
  • Para consolidar deudas más caras: Tomar un préstamo personal con una tasa del 25 % para saldar una deuda de tarjeta de crédito con una tasa del 60 %.

Otros tipos de deudas productivas

Luego tenemos otro tipo de deudas igual de productivas, que nos ayudan a alcanzar nuestros objetivos.

  • Gastar parte de mis ahorros (o endeudarme) en una laptop para trabajar por internet.
  • Comprar una máquina de coser para reparar o crear piezas de ropa.
  • Invertir en herramientas para crear un vivero en casa.

En todos estos casos, lo ideal es tener una parte ahorrada y otra parte de deuda. Digamos un 30 % de ahorros y un 70 % de deuda, o un 50-50.

Hay muchas deudas que son productivas y por las que vale la pena endeudarse, porque a menudo, si lo hacemos con criterio, podrían estar ahorrándonos mucho tiempo.

Deudas por ignorancia o deuda de consumo

Creo que hasta ahora se entiende que lo ideal es entender la deuda: cómo funciona, cómo nos afecta y cómo nos beneficia.

A menudo, lo que yo logro observar es que hay muchísima gente ignorante del tema.

Y aquí traigo a colación algo que he mencionado antes: ten cuidado de quién tomas la información.

tarjeta de credito sobre verifone para pagar
Foto de Nathana Rebouças en Unsplash

Verás, en internet hay una corriente de «educadores» financieros que odian las deudas. Hablan de que los bancos solo quieren lo peor para nosotros, que el gobierno nos controla… vamos, conspiranoicos nivel dios. Y eso tiene que ver, efectivamente, con la experiencia de esa persona.

Desde ya te digo que los bancos e instituciones financieras, a mí solo me han dejado beneficios.

Pero, ¿qué pasa? Que tú ves a «Raúl» hablando porquerías en internet por su experiencia, que a menudo es producto de su propia ignorancia. Lo ves quejándose de que las tarjetas de crédito son malas, que los préstamos son malos y que, por supuesto, solo debes comprar su curso para tener «libertad financiera».

Y nada más lejos de la realidad.

Imagínate que Raúl, a sus 18 años, el banco le «regaló» una tarjeta de crédito. Él, al igual que muchas personas, pensó que era una extensión de su sueldo o dinero «gratis».

Al final, terminó con una deuda de miles de dólares. Ya a sus 25, odiaba a los bancos. A sus 30, se abre un canal de YouTube y enseña cómo los bancos «se aprovechan» de la gente.

Resulta que Luis, que va camino a desarrollar una mala relación con el dinero, se topa con uno de esos contenidos. Le aplaude todo lo que dice Raúl y le deja comentarios como: «¡Bien, hermano, eso se tenía que decir!».

Lo hace precisamente por el sesgo de confirmación, donde buscamos información que apoye lo que ya creemos, sin razonar mucho.

¿Me sigues?

Es pura y mera ignorancia. Es falta de educación en su totalidad.

Porque te toparás con otras personas, a menudo sin hacer mucho ruido, que te dirán todo lo contrario.

Te aseguro que el 99 % de la población que tiene problemas con tarjetas de crédito, préstamos y estabilidad financiera, únicamente se debe a su falta de conocimiento.

Los bancos e instituciones financieras no son santos, pero las reglas del juego están muy claras.

Existen personas que se vuelven ricas gracias a los bancos, usando su dinero. Otras le sacan el mayor provecho a sus tarjetas de crédito, y todo «gratis». Pero como esas personas no te dicen lo que quieres escuchar, las desechamos.

  • Hay préstamos que te pueden sacar a flote y otros que te pueden hundir.
  • Hay tarjetas de crédito que te pueden hacer la vida más fácil y otras que te pueden hundir.

La única diferencia es la educación financiera de la persona.

Si te aseguras de aprender, de leer y de analizar los productos que te ofrecen, te aseguro que estarás de mi lado.

En Latinoamérica, 41% de los créditos se usan en consumo, no inversión. (BDI)

En España, el 35% de los hogares sobreendeudados lo están por créditos de consumo.

Las instituciones bancarias son la palanca principal para salir de la pobreza. Cuando aprendas que las personas más ricas del mundo usan el dinero de otros para producir (es decir, el dinero de los bancos), entonces sabrás el secreto.

Ejemplos de Deuda por Ignorancia (Deuda Improductiva)

Es aquella que se toma por impulso, para financiar un estilo de vida que no te puedes permitir o para adquirir bienes que pierden valor rápidamente.

  • Para irte de vacaciones: Pagarás intereses durante meses por un placer que duró una semana.
  • Para comprar el último gadget tecnológico: Financiar un teléfono nuevo que en un año valdrá la mitad, pagando casi el doble por él.
  • Para comprar ropa de moda o lujos: Endeudarte para mantener las apariencias es la forma más rápida de empobrecer.
  • Para cubrir gastos del día a día: Usar la tarjeta de crédito como una extensión de tu sueldo es una señal de alerta de que estás gastando más de lo que ganas.
  • Para comprar un vehículo por encima de tus posibilidades: Un carro es un pasivo que se deprecia. Financiar uno caro con una tasa alta es un ancla financiera.

Compras impulsivas con tarjeta y cómo nos afectan

Es obvio que cualquier impulso, en muchas ocasiones, es irracional. Sin embargo, cuando hablamos de finanzas, cobra mayor relevancia.

Las tarjetas de crédito, como he dicho hasta ahora, son la octava maravilla de la humanidad, si sabes usarlas, claro está.

Si las sabes usar, utilizas el dinero del banco por 30 o hasta 50 días y, siempre y cuando pagues el total en la fecha indicada, el beneficio es 100 % para ti.

El gran problema es que muchas personas no saben usarlas. Y aquí entran en juego los conspiranoicos, que dicen que los bancos nos quieren pobres.

Mira qué es lo que pasa: cualquier institución financiera es un negocio y quiere vender. A ellos no les importa (ni debe importarles) que tú sepas o no utilizar la tarjeta de crédito.

Cuando un banco te mete un producto por los ojos, no es su responsabilidad que tú lo uses bien. Me consta que muchos intentan educar, pero con la mala fama que personas ignorantes les han creado, la gente no confía.

La única regla para usar bien tu tarjeta de crédito

El manejo de las tarjetas de crédito se suscribe a una sola regla:

Solo compra con ella lo que de todas formas ibas a gastar.

Si yo pago mi internet ($35), la luz ($70) y el supermercado ($100) cada mes, y uso mi tarjeta para esos fines y pago a tiempo, nunca en la vida tendré un problema con ella.

El problema es lo irracional, la impulsividad. Compramos por depresión, por baja autoestima para impresionar a otros, o por compararnos.

  • Comprar unas vacaciones a cuotas: grave error.
  • Comprar ese televisor en oferta sin poder pagarlo: peor todavía.
  • Enfrentar una emergencia con la tarjeta de crédito «siempre»: si es una constancia más que una excepción, mal vamos.

Cuándo sí es inteligente usarla

  • Para cubrir un desfase de tiempo: si como quiera vas a pagar la universidad y te permiten usar la tarjeta (sin costo adicional), pero aún no has recibido tu pago, está más que bien.
  • Para aprovechar una oferta planificada: si hay una oferta en un electrodoméstico que ya estabas planeando comprar y tienes el ahorro, cómpralo con la tarjeta para obtener beneficios y luego págalo completo con tus ahorros.

El problema viene de dos formas:

  1. Si financias un consumo vago, como un viaje.
  2. Si financias un consumo esencial, como la comida de la casa, pues eso deja mucho que desear de tu situación financiera.

El costo real de financiar con la tarjeta

Para que tengas una idea, y es algo que no había mencionado hasta ahora: ¿recuerdas que Luis, al financiar su teléfono con un préstamo, pagó un 44 % en dos años?

Si Luis lo llegase a hacer con su tarjeta de crédito, sería un 60 % CADA AÑO. O sea, un 120 % al cabo de dos años. Más del doble del valor del teléfono.

Las tasas de interés de las tarjetas de crédito en promedio son del 60 %. En algunos países, como Colombia, se les pone un tope del 45 %, pero en otros, como México, pueden superar el 100 %.

¿Y adivina de quién es la responsabilidad de leer y conocer esos datos? Te lo dejo de tarea.

Por cierto, y siempre lo digo: conocer la tasa de interés es relevante pero no es importante, si nos acostumbramos a usar la tarjeta de forma adecuada la tasa puede ser de un 1000% y no nos importará porque nuestro plan es gastar lo que vamos a utilizar y pagarla en el tiempo indicado, ¿Me sigues?

Lo ideal es, antes de tener una tarjeta de crédito, tener tus finanzas en orden y estar en proceso de construcción de tu fondo para emergencias.

Este tipo de deudas son las que hunden a las familias. Pero te repito, por si no quedó claro y te hago la tarea: es tu responsabilidad educarte en el tema financiero.

Checklist para decidir si endeudarse vale la pena con tarjeta de crédito o un préstamo:

  1. Genera ingresos futuros?
  2. Mejora tu valor profesional/personal?
  3. Ahorra tiempo o recursos a largo plazo?
  4. Te acerca o aleja de tus metas financieras?
  5. Pagable sin comprometer finanzas básicas?
  6. Tasa de interés razonable?

Estrategias prácticas para usar la deuda a tu favor

La deuda como tal no es mala, pero hay algunas cositas que podríamos evaluar para determinar cuándo podría ser usada como un trampolín para una mejor vida.

Primero que nada, y si me sigues lo sabrás, soy fan de los porcentajes. Debes prestar especial importancia a las tasas y plazos. No te dejes llevar por lo que dice el agente que te atiende. ¿Recuerdas que los bancos son negocios y solo quieren vender? Los agentes, igualito.

Compara tasas, busca alternativas y no te quedes con lo que dice el papel. Lamentablemente, hay muchas instituciones que no te muestran la tasa real. Recuerda que te hablé de la lavadora que iba a dejar pobre a mi hermana. Te resumo: ella iba a pagar casi el 50 % extra del valor, solo porque podía pagar la cuota «cómoda».

Prioriza la deuda con retorno sobre la de consumo. Si me expliqué bien, yo considero que para un préstamo solo hay dos cosas: un vehículo o una casa. ¿Por qué? Porque su costo es tan alto que para muchos es imposible reunir ese dinero. Para todo lo demás, considero que debemos ahorrar primero, ir invirtiendo y luego comprar.

Hay una regla financiera que es mantener la deuda por debajo del 30 % de tus ingresos. Eso significa que Luis, ganando 400 dólares al mes, como máximo se podría endeudar hasta por 120 dólares.

Por último, usa el crédito como una escalera, no como un lastre. Te repito: para mí, solo debemos tomar prestado para ciertas cosas en la vida. Todo lo demás es planificar y luego comprar.

¿Que te quieres mudar solo o sola? Planifica, ahorra y luego gástalo, sin pena. ¿Que te quieres casar? Más de lo mismo. ¿Que quieres comprar ese televisor último modelo? Primero planifica y luego compra.

Y de ser posible, ve invirtiendo ese dinero para que crezca. No sientas que es poquito y dale al dinero el respeto que se merece.

Errores comunes que debes evitar

  1. Tomar crédito sin un plan alguno.
  2. Endeudarse porque «puedo y me lo merezco». Eso, a menudo, es baja autoestima. ¿O crees que es casualidad que mi primera sugerencia sea ir al psicólogo?
  3. Tener muchas tarjetas de crédito. El monto no importa en demasía si tienes control, pero las tarjetas no son gratis; conllevan costos.
  4. No «hacer los numeritos». O sea, no calcular los intereses reales de una deuda y lo que representa en tu vida.

Deuda consciente

La deuda no es enemiga; tu decisión de usarla con inteligencia es la clave. Si he hecho bien mi trabajo, habrás entendido que una deuda puede ser una palanca de crecimiento o una espiral maligna que te mantiene en la pobreza.

Nada es gratis en esta vida. Las instituciones bancarias son negocios y no es su deber educarte. Es tu responsabilidad usar lo que más te conviene.

Y hablando de todo un poco, en una ocasión hablé con una persona a la que le sugerí cancelar su tarjeta, porque, aunque son una herramienta maravillosa, hay personas que no deberían tenerla.

Esa persona llamó para cancelar y le ofrecieron una tarjeta mejor, con membresía gratis. Aceptó. Yo, impulsivamente, entre risas le dije: «¡pero es que tú no la necesitas!». Pero la tarjeta era de mayor monto, otro color (más «premium»)… Entendí por qué lo hizo.

También me mencionó, literalmente, que le daba «pena» decirle que no. Otra vez, ¿crees que es casualidad que recomiendo ir al psicólogo para mejorar nuestras finanzas?

Tú lo analizas en frío y dices: «es una locura aceptar algo que no voy a usar solo por la pena de decir que no». A mí no me importa que baje Jesús con sus 17 mil ángeles a pedirme algo; si no me conviene, yo le digo «NO». Pero cada quien… Al final, la salvación es individual.

O sea, no te creas que yo hablo de la mentalidad como primer pilar por pura y mera casualidad.

Anécdota breve: mi sueño era tener una tarjeta de crédito negra (algún día la tendré). ¿Sabes qué tengo en cambio? Una tarjeta que me da un 10 % de cashback en promedio en mis compras del supermercado.

Esa misma tarjeta al año me devuelve entre 500 y 600 dólares. ¿Me sigues?

A mí qué me importa que las personas crean que tengo dinero. Yo uso lo que a mí me conviene.

Y por cierto, nunca en mi vida he tenido la mitad de un problema con ninguna de mis tarjetas de crédito. ¿Por qué? Porque sé cómo funcionan y les saco el mayor provecho.

Hablo tanto de las tarjetas de crédito porque son la principal fuente de mal financiero en muchas familias. Muchas personas ni siquiera saben que están pagando un 60 % de interés al año.

Yo, en mis inversiones, cuando veo un rendimiento del 15 %, me siento superfeliz. Y muchas personas pagan 4 veces más de lo que yo me gano en un año, y todo por mera ignorancia y por no saber hacer sus numeritos.

Falta mucho por hacer. Nos hace falta educación financiera.

Espero que todo vaya bien, que todo vaya chévere. Es dura la vida, vibra bueno. #verygoodforlife.

Nos vemos o nos leemos, palabra. — Daury

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