Mi objetivo principal con «Finanzas con Libertad» es proporcionar las herramientas necesarias para la conciencia, el equilibrio y el aprendizaje en el uso del dinero. Y para ello, mi pilar fundamental es aprender a gastar, o lo que es lo mismo volverte un comprador inteligente.
No se trata de prohibir compras, sino de entrenar nuestra mente para gastar mejor, con mayor inteligencia y eficiencia.
Gastar con cabeza es una facultad que se desarrolla poco a poco. El consumo inteligente no es un resultado que aparece de la noche a la mañana; requiere tiempo y esfuerzo.
Muchas de las compras que hacemos tienen su origen en un impulso, sin una evaluación consciente. Podríamos aplicar un par de filtros que, antes de comprar cualquier cosa, nos permitan ahorrar dinero y evitar el arrepentimiento.
¿Qué vas a leer?
¿Cómo determinar si una compra vale la pena?
Aquí entra en juego, principalmente, nuestra salud mental. No es casualidad que personas con rasgos de depresión a menudo gastan el dinero de forma irracional, o que lo hagan al querer vivir de apariencias.
Las compras no planificadas representan hasta el 40 % del gasto mensual de una persona promedio.
Todo esto se trata de aprender a gastar, incluso antes que ahorrar. Al menos, yo lo veo así. Considero que si hacemos que el dinero rinda más, nos permite guardar más. Pero, además, en épocas en que nuestros ingresos crezcan, sabremos qué hacer y qué no. ¿Me sigues?
Las 10 preguntas clave del comprador inteligente

1. ¿Cuánto tiempo de mi trabajo equivale este gasto?
Es mi pregunta favorita y me la hago constantemente. Te enseñaré a hacerla fácil, y además tiene un nivel 2.
Primero lo primero: ¿qué tiempo de tu trabajo equivale este gasto? Por ejemplo, si ganas 400 dólares al mes, trabajas 6 días por semana y un promedio de 8 horas, ganas en promedio 80 dólares por semana y unos 13 dólares diarios.
Entonces, eso que quieres comprar que vale 100 dólares, equivale a casi 8 días de tu vida.
Pero aquí viene el nivel 2 de la misma pregunta. ¿Qué tal si la reformulamos?
¿Cuánto representa ese gasto del ahorro que haces cada mes?

En el mismo ejemplo, una persona con ingresos de 400 dólares al mes que ahorra el módico y no despreciable 10 %, guarda cada mes el equivalente a 40 dólares.
Reflexiona lo siguiente: si una persona con esas características decide comprar un producto por 100 dólares, ¿qué tiempo debe ahorrar para poder lograrlo?
Si notas la diferencia, realmente subestimamos el precio de las cosas. Considero que la evaluación debe hacerse de forma más eficiente, tomando como base el valor que ahorramos mes a mes.
Por eso, cuando hago alusión a que trabajamos un mes completo para ahorrar 40 dólares, y que eso es realmente lo que vale nuestro trabajo, me refiero a esto.
Por cierto, tomo 400 dólares porque es el ingreso promedio en toda Latinoamérica (ver en Wikipedia), y mi objetivo son las personas de a pie. Si tú ganas más, solo ajusta los números. Es un ejercicio para obtener conciencia de lo que significa nuestro dinero.
2. ¿Lo necesito o solo lo deseo?
¿Realmente esa ropa que está de moda es algo que necesitas? ¿O es simplemente algo que deseas? Como hemos hablado en otros artículos, si es algo que te puedes permitir, adelante. Pero si va en detrimento de tu ahorro o tus inversiones, realmente considero que no vale la pena.
3. ¿Podría esperar 48 horas y seguir queriéndolo?
Algo curioso, y así lo demuestran diferentes estudios, es que si tan solo esperamos de 24 a 48 horas antes de comprar algo, podríamos tomar una decisión más consciente y, quizás, hasta no comprarlo.
4. ¿Qué pasaría si no lo compro?
¿Qué pasa si no obtienes eso que quieres, o más bien deseas? ¿Seguirías viviendo? ¿Tu vida seguiría igual? Si tu respuesta a estas preguntas es un sí, posiblemente no comprar esa cosa que te atrae sea la mejor decisión.
En otras cuestiones, puede ser simplemente esperar el momento idóneo, uno que no afecte en demasía tu bolsillo.
5. ¿Existe una alternativa más barata o gratuita?
¡Oh, mi Dios! Mi palabra favorita. A menudo la subvaloramos.
En electrodomésticos y comida, a veces la marca blanca o una de menor renombre podría tener una calidad igual o, como he comprobado por experiencia propia, hasta superior.
Y en cuanto a lo gratuito, me pasa a menudo en tecnología. Hay miles de herramientas con propósitos similares. A veces, una opción gratuita te sirve, si bien no un 100 %, quizás llegas a un 70 %, y con eso es suficiente hasta que bien puedas pagar o simplemente combinar varias.
6. ¿Es este el mejor momento para comprarlo?
El momento perfecto nunca llega, pero el momento ideal sí es determinado por nuestra conciencia en busca del equilibrio.
A veces es tan simple como esperar a finales de año, donde hay muchas ofertas reales. Si ya viviste sin ese artículo durante tanto tiempo y estamos en julio, esperar un par de meses más podría significar un gran ahorro.
Pero volvemos a lo de siempre: el equilibrio.
Porque en ocasiones podrías necesitar eso que quieres para hacer más eficiente tu trabajo. Imagina que eres editor de video y te llega una gran oportunidad. Tal vez necesites una nueva computadora Mac de 1,000 dólares, pero solo tienes 500.
Ahí, bajo ciertos parámetros, podría ser conveniente tomar un préstamo, esforzarnos en pagarlo y usarlo de palanca para nuestro crecimiento. ¿Me sigues?
7. ¿Podría invertir este dinero en algo que me dé más valor a largo plazo?
Esto se conecta con el coste de oportunidad. Imagina que quieres y tienes la posibilidad de comprar una computadora por 1,000 dólares para jugar.
Podrías usar ese dinero y comprarla. ¿Pero qué pasaría si lo inviertes y te enfocas en otras cosas ahora?
Hay un momento ideal para cada cosa, y son de las cosas que debemos considerar a la hora de gastar.
8. ¿Mejorará mi vida de forma significativa?
Otra vez, para el editor de video, el gasto en una computadora podría significar un ahorro de tiempo y mejor calidad en su trabajo.
Para quien solo la quiere para jugar, sí que tendría mucho placer, pero esa sensación de bienestar desaparece al cabo de semanas. El pico de dopamina al comprar dura, en promedio, solo 20 minutos.
Entonces, cada gasto debe tener una intención, un propósito, y procurar mejorar nuestra vida.
9. ¿Lo estoy comprando por mí o por impresionar a otros?
Comprar para impresionar a otros es la regla hoy en día. Veo personas con un vehículo más grande y de mayor consumo únicamente por impresionar.
Cuando gastas por ti y para ti, poco te importa que tu carro sea viejo si te sirve para transportarte. Lo compraste para suplir tu necesidad, no para que otros vean qué tan exitoso eres.
10. ¿Este gasto refleja mis prioridades y valores?
Probablemente, la pregunta más importante de todas. ¿Estoy reflejando en este gasto mis prioridades y mis valores como ser humano?
Ahí entra en juego la conciencia, el saber destinar nuestros recursos de una forma equilibrada, pues el 99 % de nosotros tiene recursos limitados.
Piensa antes de gastar
Hay un gran dicho popular: «hay que pensar antes de hablar». Yo lo transformo, y quédate con ello en tu mente:
Piensa antes de gastar.
«No es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita.» — Epicteto
Pregúntate lo que consideres, y hazlo siempre. No lo dejes para después ni lo hagas solo con compras grandes. Es un grave error, porque a menudo «el diablo está en los detalles», y en el mundo financiero, los gastos pequeños son los que drenan nuestros bolsillos.
Soy plenamente consciente de que a veces algo se daña en la casa y simplemente debemos gastar sin pensarlo mucho para solucionar un problema.
Pero abogo por tener una planificación con nuestro dinero para que, aunque no podamos suplir por completo estos hechos adversos, al menos podamos apaciguar su impacto.
Gastar con intención tiene beneficios grandes en nuestra salud mental, nos arrepentiremos menos y tendremos claridad sobre nuestras verdaderas prioridades.
El gastar no es malo; lo malo es gastar sin pensar. Estoy convencido de que si aplicas varias de estas preguntas antes de comprar algo, estarás tomando decisiones más acertadas.
Espero que todo vaya bien, que todo vaya chévere. Es dura la vida, vibra bueno. #verygoodforlife.
Nos vemos o nos leemos, palabra. — Daury